La arquitecta Eliana Bórmida es cotitular del estudio Bórmida y Yanzón, con sede en Mendoza, especializado en bodegas vitivinícolas. El estudio ha realizado, entre 1988 y la actualidad más de 30 bodegas, que han sido difundidas en medios nacionales e internacionales y varias han recibido premios. Hoy desde su estudio lideran proyectos con bodegas en construcción en Argentina, como en la quebrada de Humahuaca, países limítrofes, Norte de México y hasta en el sur de Rusia.
Es Profesora Emérita de la Universidad de Mendoza, donde fue Profesora Titular de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo (1973 – 2005) y fundadora y directora del Instituto de Cultura Arquitectónica y Urbana.
En esta entrevista con Matices del Vino, Eliana analiza su experiencia, la relación entre arquitectura, vino y experiencia.
-¿Qué identifica al estudio y a los años que han venido especializándose en arquitectura del vino?
-Siempre decimos que el enfoque que debemos tener cuando hacemos arquitectura del vino no es uno vinculado estrictamente al edificio, sino de relación entre arquitectura y paisaje. Porque la particularidad que tienen las bodegas es que reciben su materia prima del terroir particular donde están ubicadas. Las bodegas son un instrumento de comunicación muy importante y por eso se tienen que relacionar con el lugar donde están ubicadas.
Para hacer este tipo de proyectos, hay que tener en cuenta dos cosas muy importantes: el lugar donde se va a emplazar la bodega con el edificio para recibir visitantes y la marca empresarial que está pidiendo el lugar. Todo se tiene que pensar desde la comunicación de experiencias. Del estímulo de experiencias que empiezan con el recorrido del lugar, el recorrido de las viñas y de cómo se está trabajando el viñedo, el sistema de riego. Y después sacar partido del paisaje y las visuales que regala. Hay que ofrecer un proyecto de recorrido y no un edificio.
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