Marina Beltrame es la primera persona en ejercer el oficio de sommelier profesional en la Argentina fue esta mujer. Es fundadora y directora de la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS), la que abrió sus puertas en 1999 en Buenos Aires. Hoy tiene sedes, también, en Mendoza, Costa Rica y Panamá.
En diálogo con Matices del Vino, Marina analizó los efectos de la pandemia del COVID19 en la formación y el rol profesional del sommelier. De la virtualidad en la educación a la creación de experiencias para el consumidor.
-Después de lo que fue la pandemia y la cuarentena, se agudizó algo que ya venía mostrándose y es que la gente busca experiencias antes que consumir. ¿Cómo se debe parar el sommelier frente a esto?
-El sommelier tiene un rol que otros no pueden ocupar. Te da un alcance de poder presentar vinos especiales, te ayuda a dar un mensaje desde el productor de una manera muy profesional. Hay un plus en todo esto y el sommelier está para llegar a mucha más gente y desde un lugar más difícil que necesita formación.
-¿Y qué desafíos a futuro consideras que tiene el sommelier?
-El desafío es y será estar permanentemente atentos a lo que está pasando. No marearse ni confundirse, ni creernos lo que no somos. Es interpretar muy bien las dos patas: el productor y el consumidor.
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