Roberto Cipresso es un enólogo italiano que hizo historia en su país produciendo vinos sobresalientes y que luego desembarcó en Sudamérica, atreviéndose a experimentar con varietales poco explorados y terruños impensados. Inició su carrera de enólogo en 1987, en Montalcino, trabajando para algunos de los productores más reconocidos hasta expandirse a otras zonas de la Toscana y a firmas radicadas en las más importantes regiones italianas. A fines del siglo pasado, fundó Winemaking, un equipo que asesora a firmas de diferentes partes del mundo y así aterrizó en Argentina, asesorando, primero a Achával-Ferrer, de Santiago Achával, con quien luego, en 2008, fundaría Bodega Matervini.
En una entrevista exclusiva desde Italia, el reconocido enólogo habló sobre los desafíos que impone el cambio climático y sus innovaciones a la hora de producir sus vinos.
-¿Cómo está impactando y está alterando el cambio climático la forma en la que cultivamos la vid y elaboramos el vino?
-Es un tema complejo y largo de explicar, pero lo que te digo es que en el proceso de la calidad es inexorable la búsqueda de altura y ascenso en la montaña. Es notable en todo el mundo, independientemente del clima. Independientemente del cambio climático. Otra cosa que no está en la cabeza de todo el mundo es el agua. El agua es fundamental. Es un error pensar que el mejor viñedo es donde la planta no tiene agua. La planta necesita agua, necesita respirar.
El terroir no es solo tierra y clima. Es también la calidad de la luz (solar).
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