Juan Pablo Díaz es el enólogo de Bodegas Lopez, un establecimiento que tiene la particularidad de ser una de las pocas bodegas que hoy en día sigue siendo manejada por su familia fundadora y este detalle no es menor ya que cuenta con 123 años de historia. Ingresó muy joven a la empresa hace unos 16 años e hizo toda su carrera allí. Hoy es el responsable de comunicar los vinos de la bodega que se encuentra en un fuerte periodo de innovación, con nuevos productos, pero también enfrenta el desafío de preservar un patrimonio casi único dentro del vino argentino: el estilo López.
Por primera vez en la mesa de Matices del Vino, el enólogo principal de Bodegas Lopez habló sobre su trabajo, los desafíos de innovar, pero también ser fiel a una tradición de 123 años de una empresa familiar de capitales nacionales.
-No debe ser nada fácil para un enólogo y para una bodega mantener a su público tradicional, seguir fiel a un estilo, y a la vez buscar seducir a nuevos consumidores. ¿Cómo se hace?
-Hay que abrir mucho la cabeza, porque es imposible llegar a ciertos lugares y decir que todo está mal hecho y que se va a cambiar todo. Ese es el peor error que se puede cometer. Es como tener el auto o moto antigua de tu papa o tu abuelo y de repente vos llegas y se la vendes para comprar un cero kilómetro. Y después te queres matar porque eso tenía un valor incalculable y lo regalaste. Hay cosas que están bien hechas y no hay que tocarlas. Y eso lo marca el consumidor. Cuando vos tenes una línea de vinos que se consume mucho, hay algo que estás haciendo bien porque el consumidor lo está aceptando. Hacemos vinos porque queremos que a la gente le guste, los acepte.
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