El viticultor y enólogo Leonardo Erazo ha conseguido que variedades de uva tradicionales, hasta ahora subestimadas, como Cinsault y Cariñena, se pongan de moda. A pie de viñedo, trabaja con cepas orgánicas de 170 años cultivadas en los suelos volcánicos de la región sureña del Valle del Itatá, en Chile. Y es todo un ejemplo para el creciente movimiento del vino natural de América del Sur, después de haberse formado con los mejores, desde Swartland, Sudáfrica hasta Mendoza. Su última apuesta ha sido construir una bodega alimentada de energía solar: neutra en carbono.
En diálogo con Matices del Vino desde Chile, en reconocido enólogo chileno habló sobre los cambios climáticos y su impacto en la producción de vinos, la apuesta por variedades y zonas tradicionales y el desafío de innovar con un proyecto personal que ya tiene 13 años de historia.
-¿Cómo viene evolucionando tu propio proyecto?
-Yo me especialicé el tema suelos y cuando vine acá a Itatá (en Chile) en el 2010 estaban las viñas antiguas y empecé de a muy poquito haciendo vino de a una barrica. 13 años después hemos desarrollado toda una línea de seis a siete vino. Y al mismo tiempo que estaba ahí arriba me di cuenta que tenía que ser productor de mis propias uvas para alcanzar lo que yo pensaba que era el gran potencial de esta zona. Así fue que en 2014 empecé a comprar parcelas hasta hoy que tenemos 6 hectáreas.
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